El C-HR es el SUV de moda que sintetiza el éxito de Toyota

La propuesta de la marca japonesa aglutina todas las cualidades que la han llevado al liderato del mercado español.

Toyota C-HR

Toyota ha sido durante tres años consecutivos la marca de coches más vendida en España. Y en los cuatro primeros meses de este ejercicio, su éxito continúa y parece inamovible de ese liderato de matriculaciones.

Son varias las razones para que se produzca esta circunstancia, aunque todas se sintetizan en una evidente: sus productos convencen a los compradores gracias a una serie de cualidades que se encuentran en modelos como el no menos codiciado C-HR.

El SUV compacto más atrevido de la marca japonesa se desmarca de otras propuestas en cuanto a su diseño, pero disfruta del resto de los argumentos que han consolidado los excelentes resultados comerciales de la marca. Una carrocería de cinco puertas, líneas afiladas e incluso futuristas, una fuerte personalidad y una equilibrada longitud de 4,36 metros. Gusta mucho a diferentes perfiles de conductores, aunque los más jóvenes son los que sienten casi veneración por ese estilo rompedor.

Cierto es que el atrevimiento de apostar por un formato cupé, con la zaga muy tendida, pasa factura a la habitabilidad de las plazas traseras, tanto por la altura libre al techo como por el formato de unas ventanillas pequeñas que tampoco contribuyen a reforzar una sensación de amplitud.

No ocurre lo mismo con una zona delantera correcta, aunque las estrecheces se repiten en el maletero, que no es el mejor de su segmento por capacidad, ni por sus formas. En todo caso, este de la amplitud no es un inconveniente reseñable en el C-HR, puesto que dista mucho de un enfoque familiar.

Calidad japonesa

El ambiente en el interior de esta segunda generación del Toyota C-HR es el propio de las marcas japonesa: sin alardes innecesarios pero cumplidor en cuanto a calidad de materiales y ajustes. No hay plásticos brillantes o de aspecto pobre, mientras que su ajuste es impecable, dando la sensación de durabilidad y resistencia al paso del tiempo.

Toyota ha lanzado un nuevo acabado denominado Spirit que es especialmente completo, tanto en detalles estéticos como de equipamiento. La marca lo califica como prémium y es cierto que se revela a un alto nivel, con aportaciones como una tapicería de mayor calidad, ajustes eléctricos para el asiento del conductor o posibilidad de calefactar los dos delanteros. También destaca, aunque esto en el exterior, una pintura bitono exclusiva denominada Amarillo Nápoles, junto a otras compartidas con el acabado GR Sport en tonalidades rojo o plata.

Nada que objetar en el C-HR en cuanto a la conectividad, digitalización y asistencias a la conducción. Ofrece todo lo que se puede exigir a un coche de su posicionamiento y precio… e incluso bastante más. El listado de la dotación de serie del acabado Spirit es extensísima, merece la pena repasarlo en la web de la marca para comprobar que Toyota aporta mucho valor en este sentido a sus clientes, como marca generalista que es.

La clave de la hibridación

Al acierto en el diseño, la calidad y el equipamiento se une otro factor esencial para el mencionado éxito de la marca: su apuesta por la hibridación. Toyota es una marca pionera en esta tecnología y las exigencias en materia de emisiones le permite ahora disfrutar de su apuesta firme por la electrificación de sus motorizaciones. Muchos compradores buscan las ventajas del etiquetado Eco de la DGT y los japoneses lo ofrecen con una experiencia y solvencia que es muy valorada por los mismos.

Aunque el C-HR se ofrece en una versión híbrida enchufable más sofisticada y costosa, la convencional autorrecargable Hybrid ya es suficiente para una mayoría. La variante básica entrega una potencia de 140 CV (la superior llega a los 200 CV) y combina un motor de cuatro cilindros de 1,8 litros, con el apoyo de un motor eléctrico de 70 kW (95 CV) y se alimenta por una batería de 0,85 kWh de capacidad.

La transmisión es automática con el clásico sistema CVT de Toyota, que tiene tantos incondicionales como detractores. Es cierto que es fiable y sencillo, pero no menos que su rumorosidad y vacíos dejan mucho que desear en el momento que se le exige un mínimo esfuerzo prestacional. Hay quien no encuentra en este funcionamiento un inconveniente significativo, mientras que para otros se trata del punto más débil de este Toyota… y de casi todos.

Equilibrio dinámico

El nuevo Toyota C-HR ha mejorado de forma apreciable respecto a la anterior generación en cuanto a su comportamiento dinámico. La suspensión es más convincente, con un buen equilibrio entre el confort y la estabilidad, mientras que la calidad de rodadura está al nivel de la mayoría de sus competidores de segmento. Por sus dimensiones compactas tampoco es un coche con demasiadas inercias, moviéndose con agilidad en carreteras viradas.

Eso sí, la versión de 140 CV dista de ser un prodigio prestacional, aquéllos que busquen una pizca más de deportividad o sensaciones al volante estarán más satisfechos, obviamente, con el motor de 200 CV, que además aporta el plus de la tracción total. Las aceleraciones se ven penalizadas por los vacíos de entrega de potencia del mencionado cambio CVT, que se queja cuando no se es cuidadoso con el acelerador, incluyendo con una rumorosidad nada agradable.

La hibridación de la mecánica es apreciable en la eficiencia del conjunto, con unos consumos bastante ajustados. Toyota homologa unos optimistas 4,8 litros para un recorrido mixto de 100 kilómetros, pero es más ajustado a la realidad hablar de 5,5 litros en esa distancia, que tampoco está nada mal para un vehículo de este tipo. Además, acercarse a los cinco litros es más fácil en ciudad, donde las ventajas de la electrificación son más apreciables y utilizables.

Precisamente en el entorno urbano es donde el C-HR se desenvuelve con mucha soltura, porque gira bien y tiene un tamaño contenido que facilita las maniobras y el estacionamiento. Y hablando de aparcar, otro inconveniente del atractivo diseño de la carrocería es una visibilidad posterior reducida por el tamaño de los pilares de esa zona, muy anchos y opacos. Nada que no se pueda resolver con los espejos retrovisores laterales bien regulados y la cámara de marcha atrás.

Un producto redondo

Con todo, el Toyota C-HR concita una serie de características valiosas para quienes necesiten un automóvil de este estilo. Al igual que sus hermanos de gama, es un producto redondo, que quizá no deslumbre en nada, pero cumple en casi todo. El etiquetado Eco refuerza su versatilidad con el acceso garantizado a las zonas de bajas emisiones, mientras que su precio, sin ser bajo (32.500 euros en la versión de pruebas), tampoco es disparatado a la vista de la inflación del sector y lo mucho que ofrece por esta cantidad. Una compra inteligente, en definitiva.

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