Seguro que alguna vez te ha pasado: estás parado en un semáforo y el coche se apaga solo. No, no es que se haya roto, es el sistema de arranque y parada automático haciendo su trabajo. Esta tecnología, que hace una década era casi futurista, hoy está en prácticamente la mayoría de coches.
No pocos dudan de su utilidad y de su eficacia a la hora de ahorrar combustible y revelan su preocupación por el desgaste del motor de arranque.
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¿Beneficios o perjuicios?
Pero lo cierto es que sí tiene beneficios. Según pruebas de la Sociedad de Ingenieros Automotrices (SAE, Society of Automotive Engineers, es una organización profesional con sede en Estados Unidos), este sistema puede ayudarte a ahorrar entre un 7 % y un 26 % de combustible, dependiendo de cómo y dónde conduzcas. Si te mueves mucho por ciudad, con paradas constantes, el ahorro puede ser bastante notable. En cambio, si vas siempre por carretera, apenas lo notarás.

Además del ahorro, también ayuda a reducir la contaminación. En ciudades como Madrid o Barcelona, donde ya hay zonas de bajas emisiones, este tipo de tecnología encaja perfectamente con los planes para mejorar la calidad del aire. Y aunque algunos coches antiguos hacían que el sistema fuera un poco molesto, los modelos más nuevos lo han pulido bastante y apenas se nota la parada o el arranque.
Miedos infundados
¿Y qué pasa con el miedo a que se estropee el motor de arranque o la batería? Pues resulta que es más mito que realidad. Los coches modernos están preparados para estos arranques frecuentes, y las baterías que usan (como las AGM o los sistemas de 48 voltios) están diseñadas justo para eso. Así que no, no te vas a quedar tirado por culpa del sistema.

En resumen, el sistema de arranque y parada automático puede ayudarte a ahorrar gasolina y a contaminar menos. Y en un momento en el que cada gota de combustible cuenta, no está nada mal.
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